Conocida también como trastorno de coordinación del desarrollo, afecta los movimientos y la coordinación de una persona.
Es un trastorno neurológico, de planificación motora y sus síntomas pueden considerarse al principio como signos de torpeza.
Un niño con dispraxia puede parecer tener habilidades motoras poco desarrolladas para su edad. También pueden tener dificultades con su percepción, que afecta la forma en que interpretan lo que ven, oyen y sienten.
Los síntomas de la dispraxia son muy variados, pero generalmente incluyen dificultades para realizar movimientos o acciones, como el correr, presentan falta de coordinación y dificultades cognitivas, como presentar problemas de memoria a corto plazo, la falta de concentración, entre otros.
La dispraxia generalmente se nota y se diagnostica durante la primera infancia, y los niños generalmente se convierten en adultos con dispraxia, ya que no existe una cura para la afección.
Sin embargo, existen tratamientos para la dispraxia disponibles, generalmente en forma de terapias, que brindan formas de ayudar a una persona a vivir bien con la afección.
La dispraxia puede afectar la vida, la movilidad y las capacidades de una persona hasta cierto punto, pero esto diferirá de una persona a otra. Todas las personas con dispraxia tendrán una experiencia única de su enfermedad.
La dispraxia a veces se presenta en familias, pero no se ha identificado un gen específico para la afección. Es más común en los niños que en las niñas y está vinculado a otras afecciones como la dislexia, el TDAH y el autismo.
Causas de la dispraxia
Los expertos aún no tienen claro qué causa la dispraxia. La dispraxia es neurológica ya que se cree que es causada por una anomalía en el cerebro, pero aún no está muy claro cual es esta anomalía.
Algunas de las dificultades para encontrar las causas de la dispraxia se ven dificultadas por los procesos involucrados en el cuerpo que permiten el movimiento y los sentidos, que son muy complejos.
La investigación sugiere que un niño con dispraxia tiene neuronas poco desarrolladas en el cerebro.
Hay algunos factores que pueden aumentar el riesgo de que un niño tenga dispraxia:
- El nacimiento prematuro.
- Presentar un bajo peso al nacer.
- Tener antecedentes familiares de dispraxia.
- Cuando la madre consumió drogas ilegales o bebió alcohol durante el embarazo.
Tipos de dispraxia
El tipo de dispraxia con el que se diagnostica a un niño será determinado por sus síntomas. Es posible que algunas personas tengan más de un tipo.
Todos experimentarán sus síntomas de manera diferente y en diferentes grados, por lo que algunas personas pueden tener un tipo de dispraxia severa y otras un tipo leve.
Los tipos de dispraxia pueden ser:
Dispraxia oral
El individuo presenta dificultades para hablar y comunicarse
Dispraxia verbal
La persona presenta dificultad para realizar otras acciones con la boca, como lamer, o puede tener un control deficiente sobre la boca, lo que provoca el babeo.
Dispraxia motora
La persona puede entender cómo llevar a cabo una actividad, pero puede tener dificultades para ponerla en práctica y realizar los movimientos necesarios.
Dispraxia de idea
Presenta dificultad para dividir las tareas en acciones y movimientos más pequeños.
Dispraxia de espacio
Presenta dificultad para entender patrones, instrucciones, organizar objetos, entre otras dificultades.
Síntomas de la dispraxia
La experiencia de cada persona con la dispraxia siempre será diferente. Los síntomas de la dispraxia pueden ser muy variados y con frecuencia son tipos de comportamientos en lugar de síntomas físicos o visibles como los que se notan en otras afecciones.
Los pediatras que realizan control periódico de niño sano, los maestros en edad preescolar y los padres son los primeros en detectar comportamientos especiales en los niños que presentan dispraxia.
Algunos síntomas no necesariamente significan que un niño tenga dispraxia o cualquier otra afección relacionada, pero es importante que se diagnostique y se les ofrezca terapias a una edad temprana.
Los signos y síntomas de la dispraxia en la infancia y en la edad adulta pueden incluir lo siguiente:
A los 3 años
Los síntomas son evidentes desde una edad temprana. Los bebés generalmente son irritables desde el nacimiento y pueden presentar problemas significativos de alimentación.
Son lentos para alcanzar los hitos de desarrollo esperados. Por ejemplo, a la edad de ocho meses todavía no pueden sentarse independientemente.
Muchos niños con dispraxia no pasan por las etapas de gatear, y prefieren «arrasar los pies» y luego caminar. Por lo general, evitan las tareas que requieren buena destreza manual y presentan dificultad para pronunciar palabras.
Niños en edad preescolar (niños de 3 a 5 años)
Si no se identifica la dispraxia, los problemas pueden persistir y afectar la vida del niño en la escuela. Esto puede provocar el aumento de la frustración y la disminución de la autoestima en el niño.
Los niños con dispraxia pueden demostrar algunos de estos tipos de comportamiento:
- Niveles muy altos de actividad motora, incluidos los pies que se balancean y golpean cuando están sentados, aplauden o mueven las manos. Son incapaces de permanecer quietos.
- Presentan altos niveles de excitabilidad, con una voz alta y aguda.
- Pueden ser fácilmente angustiados y propensos a las rabietas.
- Pueden chocar constantemente con objetos y caerse.
- Usualmente agitan las manos al correr.
- Dificultades para aprender a usar el baño.
- Dificultades para agarrar objetos, atrapar una pelota.
- Tienen dificultad para pedalear un triciclo o un juguete similar.
- Falta de sensación de peligro, suelen saltar desde alturas sin vislumbrar las consecuencias.
- Solicitan continúa alimentación y de forma desordenada. Puede preferir comer con los dedos, y derraman bebidas frecuentemente.
- Evitan los juguetes de construcción, como rompecabezas o bloques de construcción.
- Poseen pocas habilidades motoras finas. Dificultad para sujetar un lápiz o usar tijeras. Los dibujos pueden parecer inmaduros.
- Falta de juego imaginativo. Puede mostrar poco interés en disfrazarse, o en jugar imaginando escenas propias de su entorno en un espacio determinado de la casa o participar en juegos tranquilos.
- Los juegos creativos son limitados.
- Suelen aislarse dentro de un grupo de iguales. Son rechazados por sus compañeros, estos niños pueden preferir la compañía de adultos.
- Lateralidad (izquierda o derecha) aún no está establecida.
- Las dificultades de lenguaje son persistentes.
- Son sensibles a la estimulación sensorial, incluyendo altos niveles de ruido, suelen mostrarse defensivos al contacto y a usar ropa nueva.
- Respuesta limitada a la instrucción verbal. Puede ser lento para responder y tener problemas con la comprensión.
- Concentración limitada. Las tareas a menudo las dejan sin terminar
A los 7 años
Los problemas pueden incluir:
- Dificultades para adaptarse a una rutina escolar estructurada.
- Dificultades en las clases de educación física.
- Lento al vestirse. No se pueden atar los cordones de los zapatos.
- Escritura apenas legible.
- Habilidades inmaduras de dibujo y copiado.
- Concentración limitada y habilidades de escucha deficientes.
- Uso literal del lenguaje.
- Incapacidad para recordar más de dos o tres instrucciones a la vez.
- Finalización lenta del trabajo de clase.
- Continúan con los altos niveles de actividad motora.
- Baten o aplauden las manos cuando está excitado
- Tendencia a angustiarse fácilmente.
- Problemas para coordinar cuchillo y tenedor.
- Incapacidad para formar relaciones con otros niños.
- Dificultades para dormir, incluyendo vigilia en la noche y pesadillas.
- Reporte de síntomas físicos, como migraña, dolores de cabeza y malestares generales.
Los niños con dispraxia aprenden más exitosamente en grupos más pequeños o con clases privadas.
De 8 a 9 años
Los niños con dispraxia pueden haberse desilusionado con el sistema educativo. La escritura a mano es a menudo una dificultad particular. Para cuando llegan a la educación secundaria, su registro de asistencia suele ser bajo.
Dispraxia en adultos
En los adultos, los síntomas incluyen:
- Mala postura y fatiga.
- Dificultad para completar las tareas normales.
- Menos control, la escritura y el dibujo son difíciles.
- Dificultad para coordinar ambos lados del cuerpo.
- Hablan con poca claridad, a menudo se puede mezclar el orden de las palabras.
- Movimientos torpes y tendencia a tropezar.
- Prepararse y vestirse, afeitarse, aplicarse maquillaje, abrocharse la ropa, atarse los cordones de los zapatos suelen ser dificultosos.
- Mala coordinación mano-ojo.
- Dificultad para planificar y organizar pensamientos y tareas.
- Menos sensible a las señales no verbales.
- Se frustran muy fácilmente.
- Baja autoestima.
- Dificultad para dormir.
- Dificultad para distinguir los sonidos del ruido de fondo.
- Notable falta de ritmo al bailar o coordinación al hacer ejercicios.
Aun en los adultos los individuos con dispraxia siguen siendo extremadamente sensibles al gusto, la luz, el tacto y al ruido.
También puede continuar la falta de conciencia de los peligros potenciales. Muchos experimentan cambios de humor y muestran un comportamiento errático.
Una lista tan larga de síntomas de dispraxia puede parecer negativa, pero también hay muchos aspectos positivos de tener la condición.
Por ejemplo, las personas con dispraxia pueden ser buenas para el pensamiento creativo y tener una buena memoria a largo plazo.
A pesar de algunos de los desafíos enumerados anteriormente, hay muchas maneras para que un niño o un adulto con dispraxia se adapte y controle su condición.
Diagnóstico de la dispraxia
El diagnóstico de la dispraxia puede tomar algún tiempo, y cuanto antes se diagnostique la afección, mejor será para el niño.
Un niño con dispraxia puede tener síntomas variados a lo largo de su infancia y estos pueden continuar cambiando hasta la edad adulta.
Puede ser útil mantener un registro de los síntomas y comportamientos que le preocupan cuando visita a su médico.
Realizarán un examen inicial y preguntarán sobre los síntomas. Es posible que lo remitan a un pediatra si creen que existe la posibilidad de que los síntomas puedan ser dispraxia (o una afección relacionada).
Es bastante común que un niño no reciba un diagnóstico oficial de dispraxia hasta que esté en edad escolar, incluso si se ha sospechado durante algún tiempo, porque es difícil evaluar la dispraxia en niños pequeños.
El diagnóstico temprano en la infancia realmente puede beneficiar a una persona y ayudarla a desarrollar habilidades y destrezas.
Tratamiento
No hay tratamientos de cura o medicamentos disponibles para la dispraxia. Por lo tanto, el tratamiento de la dispraxia generalmente involucra a una variedad de profesionales de la salud y asistencia social, escuela y familia, trabajando juntos.
Es por ello que cuanto antes se diagnostique a un niño, mejor será su pronóstico.
Las siguientes terapias se usan con más frecuencia a las personas con dispraxia:
Terapia ocupacional
Un terapeuta ocupacional evaluará cómo maneja el niño las funciones diarias tanto en el hogar como en la escuela.
Luego, ayudarán al niño a desarrollar habilidades específicas para las actividades diarias que les resultan difíciles.
Terapia del habla y lenguaje
El patólogo del habla y el lenguaje realizará una evaluación del habla del niño y luego implementará un plan de tratamiento para ayudarlos a comunicarse de manera más efectiva.
Entrenamiento motor perceptivo
Esto implica mejorar las habilidades de lenguaje, visuales, de movimiento y auditivas del niño.
Al individuo se le asigna una serie de tareas que gradualmente se vuelven más avanzadas: el objetivo es desafiar al niño para que mejore, pero no tanto que se vuelva frustrante o estresante.
Terapia equina para la dispraxia
En un estudio, un equipo de investigadores irlandeses, británicos y suecos evaluó los efectos de la terapia equina (equitación terapéutica) en un grupo de 40 niños de 6 a 15 años con dispraxia.
Descubrieron que la terapia de conducción estimulaba y mejoraba los parámetros cognitivos, de humor y de marcha de los participantes.
Juego activo
Los expertos dicen que el juego activo, cualquier juego que implique actividad física, que puede ser al aire libre o dentro de la casa, ayuda a mejorar la actividad motora.
El juego es una forma en que los niños aprenden sobre el medio ambiente y sobre ellos mismos, y en particular para los niños de 3 a 5 años. Esto es una parte crucial de su aprendizaje.
El juego activo es donde el aprendizaje físico y emocional de un niño muy pequeño, su desarrollo del lenguaje, su conciencia especial, el desarrollo de lo que son sus sentidos, se unen.
Cuantos más niños participen en el juego activo, mejor se volverán para interactuar con otros niños con éxito.
Viviendo con dispraxia
Es importante recordar que cada paciente es único y que experimentará la enfermedad de diferentes maneras.
Muchos padres informan que han encontrado maneras de enfrentar los desafíos que presenta la dispraxia.
Hay mucho apoyo disponible para las familias, y trabajar con profesionales puede ayudar a desarrollar las habilidades y capacidades.
La dispraxia afecta a todos de manera diferente, por lo que es difícil decir qué impacto tendrá la afección en la vida diaria de un niño o adulto, o en su vida familiar.
Algunas personas tienen síntomas de dispraxia que son muy desafiantes y estas personas pueden necesitar mucho apoyo, mientras que otras personas pueden tener síntomas más leves que son más fáciles de manejar.
Hay muchas formas de administrar las actividades diarias para hacer la vida más fácil, y hay profesionales de la salud y asistencia social que pueden ayudar.
Por ejemplo, un terapeuta ocupacional puede recomendar diferentes formas de realizar tareas o equipo que puede facilitar las tareas.
Un fisioterapeuta puede ayudar a un niño (o adulto) a desarrollar sus movimientos físicos, como caminar o correr, trabajando en el equilibrio y la coordinación.