¿Qué Son Los Nódulos Tiroideos? Conoce 9 Formas Naturales Para Controlar Los Síntomas de La Enfermedad Tiroidea

como mejorar las enfermedades de la tiroides

Se refiere a una protuberancia en la tiroides, la glándula con forma de mariposa ubicada en la base del cuello.

Los nódulos tiroideos son formas comunes, frecuentemente descubiertas en la práctica clínica, ya sea durante el examen físico, pero también de manera incidental, durante varios procedimientos de diagnóstico por imágenes.

Son clínicamente importantes principalmente debido a su potencial maligno. Por esta razón, la evaluación inicial siempre debe incluir una historia clínica y un examen físico que se centre en las características sugestivas de malignidad.

Definición, importancia clínica y epidemiología

Los nódulos tiroideos son más comunes en mujeres y poblaciones mayores.

El propósito de la evaluación de los nódulos tiroideos es determinar qué nódulos son malignos o requieren atención quirúrgica.

Los nódulos tiroideos han sido definidos por la American Thyroid Association (ATA) como «lesiones discretas dentro de la glándula tiroides, radiológicamente distintas del parénquima tiroideo circundante».

Pueden descubrirse por palpación durante un examen físico general o con estudios radiográficos realizados para evaluaciones médicas, como ecografía dúplex carotídea, tomografía computarizada (TC), estudios de imágenes de resonancia magnética (IRM) o exploración con 18FDG-PET.

Las últimas formas se denominan «incidentalomas tiroideos» y generalmente no corresponden a lesiones palpables de tiroides. A la inversa, los médicos pueden identificar las lesiones tiroideas palpables que no corresponden a formas radiológicas distintas y, por lo tanto, no se definirían como nódulos tiroideos.

Los nódulos tiroideos son comunes, su prevalencia depende en gran medida del método de identificación. La prevalencia estimada solo por palpación varía de 4% a 7%.

La incidencia anual estimada de nódulos tiroideos solo en los Estados Unidos es de aproximadamente 0.1% por año, lo que confiere una probabilidad de por vida de 10% para desarrollar un nódulo tiroideo.

Los nódulos tiroideos son 4 veces más comunes en mujeres que en hombres y su frecuencia aumenta con la edad y la baja ingesta de yodo.

La disparidad de género tal vez se explica por las influencias hormonales del estrógeno y la progesterona, ya que se ha demostrado que el aumento en el tamaño de los nódulos y el desarrollo de nuevos nódulos están relacionados con el embarazo y la multiparidad.

La exposición a la radiación ionizante, ya sea durante la infancia o como exposición ocupacional, causará una tasa de desarrollo de nódulos tiroideos del 2% por año, alcanzando una incidencia máxima en 15 a 25 años.

Los nódulos tiroideos son clínicamente importantes por varias razones. Pueden causar disfunción tiroidea y, rara vez, síntomas compresivos, pero son principalmente importantes debido a la necesidad de excluir el cáncer de tiroides.

La prevalencia informada de malignidad en los nódulos tiroideos evaluados mediante biopsia varía de 4.0% a 6.5% y es en gran medida independiente del tamaño del nódulo.

A pesar de esto, los microcarcinomas papilares (menores de 1 cm) encontrados incidentalmente en el momento de la cirugía son mucho más comunes (hasta 36%), pero es controvertido si existe un beneficio de supervivencia con el diagnóstico y tratamiento de tales formas nodulares, dado su curso generalmente benigno.

Es importante destacar que la incidencia de nódulos tiroideos descubiertos de forma incidental durante la toma de imágenes con 18FDG-PET es pequeña (1% a 2%), pero el riesgo de malignidad puede ser tan alto como 27%, por lo que tales nódulos requieren una evaluación inmediata.

Factores de riesgo para la enfermedad tiroidea y afecciones tiroideas

La aparición de enfermedades de la tiroides está determinada por la interacción entre factores genéticos y ambientales.

El principal factor ambiental que determina la prevalencia de bocio es el estado de yodo, pero se han identificado otros factores ambientales que influyen en poblaciones enteras, como los goitrógenos en alimentos y agua potable.

Se ha prestado menos atención a los factores ambientales individuales y la interacción entre los factores.

Algunos de los factores de riesgo clave para la enfermedad de la tiroides incluyen:

  • Género: las mujeres enfrentan un mayor riesgo de enfermedad tiroidea que los hombres.
  • Edad: la enfermedad de la tiroides es más común a medida que envejecemos, especialmente después de los 50 (pero puede afectar a personas de cualquier edad).
  • Tener antecedentes personales o familiares de enfermedad tiroidea.
  • Cirugía para extirpar la totalidad o parte de la tiroides.
  • Tratamiento de la ablación con yodo radiactivo (RAI).
  • Estar embarazada o en el primer año después del parto.
  • Ser fumador actual o anterior.
  • Exposición reciente al yodo en un procedimiento médico.
  • Tomar yodo de hierbas o suplementos.
  • Vivir en un área que es deficiente en yodo.
  • Diversos tratamientos médicos y medicamentos.
  • Consumo excesivo de alimentos crudos en la familia de los goitrógenos, como las coles de Bruselas, las espinacas y la soja.
  • Traumatismo o cirugía en el cuello.
  • Exposición a la radiación, a través de tratamientos médicos o accidentes nucleares.

Cambios en la tiroides

Las afecciones tiroideas con frecuencia causan síntomas en el área del cuello donde se encuentra la tiroides.

Algunos de los síntomas relacionados con el cuello que pueden indicar hipotiroidismo, enfermedad de Hashimoto, hipertiroidismo, enfermedad de Graves, diversos tipos de tiroiditis y cáncer de tiroides incluyen:

  • Cuello inflamado.
  • Ampliación palpable en la glándula tiroides en sí (bocio).
  • Un bulto o bultos visibles o palpables en su cuello.
  • Sensación de un nudo en la garganta al tragar.
  • Dolor de garganta.
  • Dolor o sensibilidad en el cuello.
  • Su cuello o garganta se siente sensible y los lazos, bufandas o cuellos de tortuga no se sienten cómodos.
  • Evidencia de aumento del flujo sanguíneo a la tiroides, detectado por un estetoscopio.

Diagnóstico, historia y examen físico

La historia y el examen físico deben centrarse en detectar características particularmente sugestivas de malignidad.

El espectro de trastornos asociados con los nódulos tiroideos varía desde etiologías benignas hasta afecciones malignas que pueden tener un curso indolente o un comportamiento muy agresivo.

Por lo tanto, la evaluación clínica se adapta mejor a la identificación de pistas sugestivas de enfermedad maligna.

Una historia clínica cuidadosa y un examen físico deben incluir información sobre el tratamiento previo con radiación en la zona de la cabeza y el cuello:

  • Crecimiento de una masa en el cuello.
  • Ubicación.
  • Tamaño y consistencia del nódulo tiroideo.
  • Adenopatías cervicales.
  • Síntomas locales asociados como dolor.
  • Ronquera.
  • Disfagia.
  • Disfonía
  • Disnea.

Síntomas de hipotiroidismo o hipertiroidismo

Los antecedentes familiares de trastornos de la tiroides siempre deben investigarse.

Los síndromes tiroideos familiares poco frecuentes pero importantes incluyen el cáncer medular de tiroides familiar (MTC), derivado de los tumores de células C que producen calcitonina, y el cáncer de tiroides familiar no medular, que se deriva de las células foliculares.

La historia de cáncer papilar de tiroides (PTC) en un padre o hermano aumenta el riesgo del paciente de desarrollar PTC en tres y seis veces, respectivamente.

El MTC familiar puede ser un componente de la neoplasia endocrina múltiple (MEN) IIA (feocromocitoma, MTC e hiperparatiroidismo primario) y IIB (feocromocitoma, MTC, hábito marfanoide y neurofibromatosis mucosa y digestiva), o puede ocurrir como único componente.

El cáncer de tiroides familiar derivado de células foliculares se ha descrito en varios síndromes, como la enfermedad de Cowden, el complejo de Carney, el síndrome de Werner y la poliposis familiar, además de producirse de forma aislada.

La enfermedad de Cowden es una afección autosómica dominante, que resulta de una mutación en el gen PTEN, y se caracteriza por neoplasias hamartomatosas de la piel, mucosa oral, tracto gastrointestinal, sistema nervioso central y sistema genitourinario, siendo los cánceres de mama y tiroides las neoplasias malignas más comunes.

El complejo de Carney, otra afección autosómica dominante, se caracteriza por mixomas cardíacos y cutáneos, pigmentación cutánea con manchas, diversas endocrinopatías y tumores malignos de origen endocrino y no endocrino.

Con menos frecuencia, el cáncer de tiroides se puede encontrar en pacientes con síndrome de Werner, cuya principal característica es el envejecimiento prematuro y la poliposis familiar, que se asocia principalmente con el cáncer de colon.

Los antecedentes personales de irradiación de cabeza y cuello, especialmente en niños, edad temprana (<20 años) o edad avanzada (> 70 años) y sexo masculino son características demográficas asociadas con mayor probabilidad de malignidad en un paciente con un nódulo tiroideo.

Es importante saber que los síntomas, como ronquera, disfagia y tos, rara vez se relacionan con afecciones de la tiroides, y se debe realizar un estudio exhaustivo para excluir otras etiologías más comunes relacionadas con los sistemas gastrointestinal y respiratorio.

Estudios de diagnóstico

Hay disponible un espectro de estudios de diagnóstico para ayudar en la evaluación de un nódulo tiroideo.

Estos incluyen marcadores séricos, como:

  • La tirotropina sérica (TSH).
  • La calcitonina.

La citología por aspiración con aguja fina (ANF) es la piedra angular de la evaluación de los nódulos tiroideos.

Marcadores genéticos de riesgo de cáncer de tiroides, como la mutación BRAF, también pueden determinarse utilizando muestras de citología. Además, los marcadores inmunohistoquímicos, como la galectina-3, la ciclooxigenasa 2 y la ciclina D2, pueden tener un uso potencial.

La ecografía desempeña un papel fundamental en la evaluación de los nódulos tiroideos, y la elastografía puede resultar una adición valiosa. Otros estudios de imágenes, incluidas las exploraciones MRI, CT y 18FDG-PET pueden ser útiles en ciertas circunstancias.

Marcadores de suero

El riesgo de malignidad en los nódulos tiroideos aumenta a medida que aumenta la TSH sérica.

La medición de la TSH debe ser parte del trabajo inicial en cada paciente con un nódulo tiroideo y debe utilizarse como una guía para un tratamiento posterior.

Un nivel normal o alto de TSH debería generar preocupación por el posible potencial maligno de un nódulo, mientras que un nivel bajo de TSH es un indicador de benignidad en la mayoría de los casos.

Por lo tanto, el siguiente paso en la evaluación de un paciente con una TSH baja sería un escáner de escintigrafía con yodo-123 (123-I) o pertecnetato, para explorar la posibilidad de un nódulo que funcione de manera autónoma.

Los nódulos tiroideos hiperfuncionantes son casi siempre benignos y generalmente no requieren más investigación citológica, pero un nódulo no funcional o «frío» en un paciente con TSH baja puede indicar un potencial maligno.

Estudios recientes han investigado la relación entre la concentración sérica de TSH y el cáncer de tiroides. Se encontró que la TSH era un predictor independiente de malignidad en los nódulos tiroideos.

El riesgo de malignidad aumenta en paralelo con la TSH sérica, incluso dentro del rango normal, y se encontró que los niveles más altos de TSH están asociados con el cáncer de tiroides en estadio avanzado.

La calcitonina es un marcador sensible para la detección de hiperplasia de células C y MTC, así como para la vigilancia y el pronóstico de MTC.

Se encontró que niveles de calcitonina de más de 10 pg / ml tienen una alta sensibilidad para la detección de MTC, con la especificidad que se ve aumentada por la estimulación con pentagastrina, cuando los niveles de calcitonina superan los 100 pg / ml.

A pesar de que la detección de calcitonina demostró ser rentable y una herramienta útil en el algoritmo de evaluación para los nódulos tiroideos, no se reconoce ampliamente en los EE. UU en parte debido a la baja prevalencia del cáncer medular de tiroides y la falta de disponibilidad de pentagastrina.

La medición de la tiroglobulina sérica no es sensible ni específica para el diagnóstico de cáncer de tiroides en la enfermedad nodular de la tiroides, y está más influenciada por la ingesta de yodo y el tamaño de la glándula tiroides.

Por lo tanto, no se recomienda su medición rutinaria en la evaluación inicial de un nódulo tiroideo.

Ultrasonografía de la tiroides

La ultrasonografía de la tiroides permite la detección de nódulos con apariencia sospechosa para biopsia.

La ultrasonografía de la tiroides es una técnica importante ampliamente utilizada en la detección y evaluación de nódulos tiroideos.

Es un procedimiento no invasivo y barato que proporciona información con respecto a las dimensiones de los nódulos, la estructura y los cambios en el parénquima tiroideo.

Hoy en día, el uso de transductores de alta frecuencia y modo de brillo en los ultrasonidos puede detectar lesiones tan pequeñas como de 2 a 3 mm, lo que plantea la cuestión de qué nódulos tiroideos son clínicamente relevantes para una evaluación adicional.

Estudios anteriores han investigado la capacidad de la ultrasonografía de la tiroides para diferenciar entre lesiones benignas y malignas para evitar el uso innecesario de procedimientos invasivos.

Como resultado, se ha encontrado que varias características de los  ultrasonidos son indicativas de potencial maligno.

Las microcalcificaciones, los márgenes irregulares o microlobulados, la hipoecogenicidad, la forma más alta que el ancho y el aumento de la vascularización intranodular se consideraron factores de riesgo independientes para la malignidad.

A pesar de que estas características sospechosas se caracterizan por una alta especificidad, su valor predictivo positivo se reduce por su sensibilidad relativamente baja.

Es importante saber que ninguna de estas características de los ultrasonidos es suficiente para diferenciar tumores benignos de tumores malignos, pero una combinación de al menos 2 de ellos logra señalar un subconjunto de lesiones con alto riesgo de malignidad.

El investigador Papini y sus colegas demostraron que los nódulos con aspecto hipoecoico y una de las otras características sospechosas de los ultrasonidos identifican con éxito las lesiones tiroideas que deben someterse a un examen citológico adicional.

Por ejemplo, un nódulo predominantemente sólido con microcalquificaciones tiene un 31.6% de probabilidad de malignidad, mientras que una lesión predominantemente quística sin microcalcificaciones reduce la probabilidad de cáncer a 1.0%.

Los hallazgos en los ultrasonidos como la isoecogenicidad y el aspecto espongiforme (definidos como agregaciones de múltiples microcistos en más del 50% del nódulo) son características muy sugerentes de benignidad.

El número de nódulos y su tamaño no son predictivos de malignidad, ya que un nódulo menor de 1 cm es tan probable como un nódulo más grande para albergar células neoplásicas en presencia de características sospechosas en ultrasonidos.

Elegir un tamaño arbitrario como límite para la probabilidad de cáncer o estratificar el riesgo en un bocio multinodular basado en el nódulo «dominante» ha caído en desgracia.

La identificación con los ultrasonidos de los ganglios linfáticos cervicales que muestran microcalcificaciones, aumento de la vascularización, cambios quísticos y forma redondeada, junto con nódulos tiroideos ipsi-laterales coexistentes, también son pistas muy importantes para la etiología maligna.

La evidencia de crecimiento extracapsular, que puede variar desde la invasión de la cápsula tiroidea hasta la infiltración del músculo peritiroideo y la extensión recurrente del nervio laríngeo, es otro indicador fuerte de malignidad.

La detección de nódulos tiroideos en el ultrasonido o en cualquier otro tipo de estudios de imagen no se recomienda en la población general debido a la mínima agresividad y al curso indolente de la mayoría de los cánceres de tiroides.

Las pautas actuales de ATA 1 recomiendan que la ecografía diagnóstica de tiroides se realice solo en pacientes con nódulos tiroideos conocidos o sospechosos, o en presencia de factores de riesgo.

Otras técnicas de diagnóstico por imágenes, como la RM y la TC, no están indicadas para la evaluación rutinaria de nódulos tiroideos, pero pueden ser útiles para evaluar el tamaño de los nódulos, la extensión subesternal de un bocio nodular y la compresión de las vías respiratorias.

Elastografía

La elastografía es una herramienta prometedora para predecir el potencial maligno de los nódulos tiroideos.

Se ha logrado un avance reciente en el diagnóstico de los nódulos tiroideos mediante el uso de la elastografía. Esta es una técnica dinámica que evalúa la dureza del tejido como un indicador de malignidad.

Se demostró que esta técnica es altamente específica (96% –100%) y sensible (82% –97%) en la evaluación diagnóstica de los nódulos tiroideos, independientemente del tamaño de los nódulos o la ubicación dentro de la glándula tiroides.

También se encontró que era confiable en la evaluación diagnóstica de lesiones indeterminadas / foliculares, pero este aspecto de su uso aún necesita ser confirmado.

El rendimiento diagnóstico de la elastografía está deteriorado en los nódulos con una cáscara calcificada, lesiones quísticas y bocio multinodular con nódulos coalescentes, porque los márgenes deben estar bien demarcados para una interpretación adecuada.

No es adecuado para el diagnóstico de carcinoma folicular y su uso está restringido a dispositivos estadounidenses de gama alta. Aunque se necesitan más datos de estudios prospectivos más grandes para establecer la precisión de esta técnica de diagnóstico, sigue siendo una herramienta prometedora en la selección de nódulos para FNA.

Biopsia FNA

La biopsia de FNA de tiroides es la herramienta de diagnóstico más confiable, segura y rentable utilizada en la evaluación de los nódulos tiroideos.

La FNA bajo la guía de ultrasonido. Es preferible al enfoque guiado por palpación debido a las tasas más bajas de citología falso-negativa y no diagnóstica.

Esto es particularmente cierto para los nódulos que no son palpables, están localizados profundamente en el lecho tiroideo o tienen un componente predominantemente quístico.

Diagnóstico citológico

La FNA basada en una muestra adecuada tiene una precisión del 95% para diagnosticar el cáncer de tiroides.

Casi el 20% de los resultados de FNA no son diagnósticos, debido a un error de muestreo o una técnica de preparación deficiente.

En tales casos, se recomienda que se realice una FNA repetida bajo la guía del ultrasonido. Y, si está disponible, un examen citológico in situ para una mejor adecuación citológica.

Aproximadamente el 7% de los nódulos todavía dará resultados citológicos insatisfactorios en biopsias repetidas. En esta situación, la cirugía es altamente recomendada para nódulos sólidos y observación cercana o cirugía para lesiones parcialmente quísticas, ya que pueden albergar potencial neoplásico.

Los resultados de la FNA diagnóstica se dividen en 5 categorías, según el reciente Sistema Bethesda para informar la citopatología de la tiroides:

  • Benigno (70%).
  • Maligno (5%).
  • Sospechoso de neoplasia.
  • Neoplasia folicular o de células de Hurthle.
  • Lesiones foliculares de importancia indeterminada o atipia.

Los últimos 3 diagnósticos citológicos, que representan el 25% del total de casos, se han clasificado previamente como lesiones indeterminadas. Tienen una probabilidad pronosticada de cáncer del 50% al 75%, del 20% al 30% y del 5% al 10%, respectivamente.

Las lesiones benignas más comunes incluyen nódulos coloides, adenoma macrofolicular y tiroiditis linfocítica, entre otros.

Las lesiones malignas más prevalentes están representadas por el PTC, seguidas del cáncer folicular de tiroides (FTC), el MTC, el carcinoma anaplásico y las neoplasias metastásicas de alto grado.

Las lesiones sospechosas pueden representar PTC que carece de criterios diagnósticos definitivos, neoplasias foliculares, neoplasias de células de Hurthle, linfoma o variante folicular PTC.

La cirugía, con lobectomía o tiroidectomía total es el tratamiento de elección para lesiones malignas y sospechosas.

Lo mismo ocurre con las lesiones foliculares, a menos que se descubra que el nódulo es autónomo en una exploración con 123-I en el ajuste de la TSH normal baja.

Los nódulos tiroideos de más de 3 cm con componentes quísticos / sólidos mixtos se deben considerar para la cirugía con fines diagnósticos, ya que la FNA produce una alta tasa de resultados falsos negativos en estas lesiones.

Citología indeterminada

Los hallazgos citológicos de algunas biopsias de FNA se encuentran en una categoría indeterminada en la que no se puede excluir de manera confiable la malignidad.

Los paneles de mutaciones genéticas pueden servir como marcadores de los cuales los pacientes con nódulos citológicamente indeterminados pueden evitar la cirugía de forma segura.

El tratamiento actual para la mayoría de los pacientes con citología indeterminada en la biopsia FNA consiste en una cirugía de diagnóstico para establecer un diagnóstico histopatológico.

Sin embargo, solo entre el 10 y el 40% de estos casos resultarán malignos, lo que hace que más del 60% de las cirugías sean innecesarias, con sus riesgos y costos asociados.

La evaluación de marcadores genéticos asociados con el carcinoma de tiroides (PTC: BRAF, RAS, RET / PTC; FTC: PAX8 / PPARγ1) en la muestra de citología ha demostrado mejorar el diagnóstico preoperatorio de nódulos tiroideos en estudios prospectivos grandes, particularmente cuando se usa en combinación con características citológicas.

Por ejemplo, en una población coreana, la combinación de la citología y el estado de mutación BRAF aumentó la especificidad de las pruebas del 36% al 95% en comparación con la citología FNA sola.

Se ha demostrado que el uso de marcadores moleculares, en forma de un panel de mutaciones genéticas, en pacientes con citología indeterminada en muestras de FNA aumenta la probabilidad de cáncer del 24% al 89% si se identifica alguna mutación, mientras que la falta de cualquier mutación disminuye el riesgo al 11%.

El análisis de costo-efectividad utilizando un panel molecular de marcadores genéticos, junto con los hallazgos citológicos clásicos, para aumentar el poder predictivo de las interpretaciones diagnósticas muestra resultados prometedores en comparación con el abordaje quirúrgico.

Evaluación inicial de nódulos individuales, funcionamiento de los nódulos, glándulas multinodulares y nódulos incidentales

Un paciente con una tiroides multinodular tiene el mismo riesgo de tener una enfermedad maligna que un paciente con un solo nódulo tiroideo.

Con respecto a los valores de TSH, se debe realizar una gammagrafía (123-I o tecnecio 99mTc pertecnetato) en pacientes con nódulos tiroideos y evidencia serológica de concentración baja o baja de TSH normal para una evaluación adicional de la funcionalidad de los nódulos.

Los nódulos que se interpretan como «calientes» en la gammagrafía representan nódulos hiperfuncionantes y no deben considerarse para la biopsia FNA porque rara vez son malignos.

Los nódulos isofuncionantes o no funcionales, también denominados nódulos «fríos», tienen un riesgo de cáncer entre el 5% y el 15% y, por lo tanto, deben aspirarse para una evaluación adicional.

La capacidad de evaluar el funcionamiento nodular con la exploración con radioisótopos generalmente está limitada en lesiones menores de 1 cm.

El examen además de proporcionar información sobre la apariencia y el tamaño de los nódulos, también documentará el número de nódulos.

Es de destacar que la prevalencia de cáncer de tiroides en pacientes con bocio multinodular es la misma que en pacientes con un nódulo solitario y es independiente del número de nódulos. Sin embargo, la probabilidad de malignidad por nódulo disminuye a medida que aumenta el número de nódulos.

Si hay 2 o más nódulos mayores de 1 cm, la selección de los nódulos para la biopsia FNA se debe realizar sobre la base de las sospechosas características del ultrasonido descritas anteriormente. De lo contrario, el nódulo más grande debe ser objeto de biopsia.

Los incidentalomas tiroideos descubiertos por tomografía computarizada o resonancia magnética deben someterse inicialmente a una evaluación de ultrasonido.

Con un manejo adicional basado en las características ecográficas, como se mencionó anteriormente. En contraposición, los incidentalomas detectados por el examen con 18FDG-PET tienen un alto riesgo de malignidad, y se debe realizar una evaluación de ultrasonido, junto con una biopsia FNA.

Las lesiones totalmente quísticas generalmente se consideran benignas y, a menos que esté presente un componente sólido, no se requiere investigación diagnóstica adicional.

Tratamiento para los nódulos benignos

El tratamiento quirúrgico se recomienda para los nódulos que causan síntomas compresivos, y se puede considerar para la enfermedad nodular tóxica y los quistes de la tiroides.

La terapia supresora de T4 es controvertida. Está asociada con los riesgos del hipertiroidismo iatrogénico, pero puede prevenir la formación de nuevos nódulos.

La mayoría de los nódulos benignos de tiroides no requieren ninguna intervención específica, a menos que haya síntomas compresivos locales de agrandamiento significativo, en cuyo caso se debe realizar una tiroidectomía.

Estos síntomas compresivos suelen ser:

  • Disfagia.
  • Asfixia.
  • Falta de aliento.
  • Ronquera.
  • Dolor.

Otras indicaciones para la cirugía en nódulos benignos incluyen la presencia de un solo nódulo tóxico, o un bocio multinodular tóxico.

La terapia con yodo radiactivo (131-I) es otra opción para el tratamiento de los bocios nodulares tóxicos, pero por lo general son más radiorresistentes que el bocio difuso tóxico y el yodo radiactivo no es el tratamiento de primera línea si hay síntomas compresivos.

Tampoco se prefiere el tratamiento con 131-I para nódulos más grandes, ya que tales nódulos requieren altas dosis de 131-I con sus efectos secundarios asociados.

La terapia con yodo radiactivo debe abordarse con precaución en individuos con tirotoxicosis no controlada. Sin embargo, las únicas contraindicaciones absolutas para la terapia con 131-I son el embarazo y la lactancia.

La aspiración es el tratamiento de elección en los quistes tiroideos, pero las tasas de recurrencia son altas (60% a 90% de los pacientes), en particular con aspiraciones repetidas y quistes de gran volumen.

La inyección percutánea de etanol (PEI) se ha estudiado en varios estudios controlados aleatorizados de gran tamaño, con un éxito informado en el 82-85% de los casos después de un promedio de 2 sesiones, con una reducción de volumen de más del 85% del tamaño inicial.

La PEI también se puede considerar para nódulos hiperfuncionantes, particularmente si hay un componente de fluido grande.

Tiene una tasa de éxito que va del 64% al 95%, con una reducción de volumen media del 66%, pero las recurrencias son más comunes y el número de sesiones necesarias para lograr una buena respuesta es mayor (aproximadamente 4 sesiones por paciente).

La PEI es un procedimiento seguro, y los efectos adversos informados más comunes son dolor local, disfonía, enrojecimiento, mareos y, rara vez, daño recurrente del nervio laríngeo.

La cirugía, además de servir como una opción adecuada para el tratamiento de nódulos tóxicos únicos y bocio multinodular tóxico, también es una terapia razonable para las lesiones quísticas, como una alternativa a los procedimientos mencionados anteriormente.

Se ha propuesto el tratamiento con levotiroxina (T4) para los nódulos tiroideos benignos con el objetivo de lograr una reducción de los nódulos y prevenir la aparición de nuevos nódulos a través de la supresión de la TSH.

Aunque varios ensayos aleatorizados de control y metanálisis han demostrado una reducción de los nódulos en pacientes con deficiencia de yodo, se logra una disminución clínicamente significativa en el volumen de los nódulos solo en una minoría de pacientes con suficiente ingesta de yodo.

Otras características predictivas de la buena respuesta al tratamiento con T4 son el diagnóstico reciente, el tamaño de los nódulos pequeños y la aparición de coloides en la FNA.

La terapia supresora de T4 no está exenta de efectos adversos, como la disminución de la densidad ósea, especialmente en mujeres posmenopáusicas, la fibrilación auricular y el aumento de la morbilidad y la mortalidad general por enfermedades cardiovasculares.

Las pautas actuales no recomiendan el uso de rutina del tratamiento supresor de T4 en pacientes con nódulos tiroideos benignos en áreas con suficiente yodo.

Sin embargo, un estudio reciente realizado en Italia en individuos con bocio no tóxico mostró una disminución en el crecimiento del bocio, una menor formación de nuevos nódulos y un menor riesgo de desarrollar PTC en una población que recibe T4, en comparación con una población no tratada.

Por lo tanto, esta técnica de manejo puede tener alguna utilidad.

Un aumento del 50% en el volumen de un nódulo tiroideo biopsiado previamente es un desencadenante razonable para repetir una FNA.

Los nódulos tiroideos benignos requieren un seguimiento adicional a largo plazo debido al riesgo de resultados falsos negativos después de la FNA inicial, que es aproximadamente el 5%.

No hay una definición de consenso para el crecimiento de los nódulos y el tamaño del umbral para repetir una FNA.

Sin embargo, muchos investigadores proponen un valor de corte del 50% para el crecimiento del volumen de los nódulos, o un aumento de más del 20% en al menos 2 dimensiones de un nódulo sólido, o la porción sólida de un nódulo mixto quístico-sólido para que sea razonable y segura.

Aunque el crecimiento del nódulo es una indicación para la repetición de la biopsia, el crecimiento no es patognomónica para malignidad.

Se recomienda realizar una biopsia de FNA repetida bajo la guía de un ultrasonido ya que las tasas de falsos negativos son más altas con la FNA guiada por palpación, en comparación con la FNA guiada por ultrasonido.

Un reciente análisis retrospectivo del valor de las FNA repetidas de nódulos benignos de tiroides demostró una alta precisión (98%) del diagnóstico inicial.

Si no se observa un crecimiento significativo de los nódulos en los ultrasonidos repetidos, un intervalo de seguimiento de 3 a 5 años puede ser razonable.

Nódulos de tiroides en el embarazo

Si se hace un diagnóstico de cáncer de tiroides durante el embarazo, la cirugía generalmente puede demorarse hasta después del parto.

En el caso de cáncer de tiroides agresivo o de rápido crecimiento, la cirugía durante el segundo trimestre es la más segura.

Se desconoce la etiología y el comportamiento de los nódulos tiroideos descubiertos durante el embarazo en comparación con la población general.

Como consecuencia, la evaluación debe ser similar a la de los pacientes no embarazados, a excepción de la contraindicación para la exploración con radionúclidos.

Si se descubre que un paciente ha suprimido persistentemente los niveles séricos de TSH después del primer trimestre, la exploración con radionúclidos y la posible FNA posterior pueden posponerse de manera segura hasta después del parto y el cese de la lactancia.

En mujeres embarazadas eutiroideas o hipotiroideas con nódulos tiroideos, las pautas de consenso recomiendan que se realice una biopsia FNA.

Sin embargo, se puede presentar un argumento para aplazar la FNA hasta después del parto, a menos que haya características clínicas preocupantes que quizás conduzcan a una recomendación para una tiroidectomía durante el embarazo.

Si el plan previsto antes de la FNA es un diagnóstico de malignidad como resultado de la FNA, pero el aplazamiento de la tiroidectomía hasta que la paciente esté posparto, esto simplemente expone a la paciente a la ansiedad con respecto a un diagnóstico sobre el cual no puede tomar ninguna medida.

Estudios anteriores han demostrado un comportamiento similar al cáncer en pacientes embarazadas con diagnóstico de PTC en comparación con la población general, sin diferencias en las tasas de supervivencia o recurrencias en mujeres embarazadas operadas por PTC durante o después del parto.

Las tasas de complicaciones después de la cirugía de tiroides son más altas en las mujeres embarazadas que sus contrapartes no embarazadas, sin embargo.

Debido a que los datos retrospectivos adicionales sugieren que retrasar la cirugía por menos de 1 año desde el momento del diagnóstico de cáncer de tiroides diferenciado no tiene impacto en el resultado del paciente, posponer la cirugía hasta después del parto parece un enfoque razonable.

Si se presenta una enfermedad más avanzada o agresiva en el momento del diagnóstico, o se toma la decisión de realizar una tiroidectomía para el cáncer de tiroides que se descubrió al principio del embarazo, la cirugía se debe realizar idealmente en el segundo trimestre del embarazo

En esta etapa se puede disminuir el riesgo de aborto prematuro y parto prematuro.

La terapia supresora de T4 para mantener un nivel sérico de TSH entre 0.1 y 1.0 mU / L es un enfoque razonable en pacientes embarazadas diagnosticadas con cáncer de tiroides en base a un FNA y que están a la espera de una tiroidectomía.

Dieta para la tiroides: 10 formas de curar la tiroides con alimentos y estilo de vida

La tiroides es la glándula más importante, pero la más descuidada de nuestro cuerpo. La glándula con forma de mariposa secreta hormonas que administran funciones esenciales en nuestro cuerpo, como:

  • Metabolizar los alimentos.
  • Regular nuestro patrón de sueño.
  • Control de peso.
  • Cambios de humor.
  • Depresión.
  • Ansiedad.

Los profesionales de la salud solo confían en los análisis de sangre y, posteriormente, en la «terapia hormonal de prescripción» para tratar los problemas relacionados con la tiroides.

La atención a los alimentos y nutrientes para fomentar el funcionamiento adecuado de la glándula a menudo se ignora. Los nutrientes que necesita la glándula tiroides están fácilmente disponibles en muchos alimentos.

1. Revise su ingesta de yodo

El yodo es un oligoelemento que desempeña un papel crítico en la formación de la hormona tiroidea primaria tiroxina.

Por otro lado, el exceso de yodo también puede causar bocio. Evite la deficiencia de yodo eligiendo comer las cantidades correctas de alimentos ricos en yodo, como algas marinas, sal yodada y mariscos.

Las algas marinas son el alimento número uno para la deficiencia de yodo. Ofrecen la más amplia gama de nutrientes, ya que contienen prácticamente todos los minerales que se encuentran en el océano, que también son esenciales para el cuerpo humano.

Las algas marinas como algas, nori y kombu pueden desempeñar un papel importante en el apoyo a la función tiroidea. También contienen ácido pantoténico y riboflavina, que son vitaminas B que son muy útiles para aquellos que sufren de ansiedad y depresión debido a la mala gestión de su tiroides.

Los suplementos de yodo también están disponibles y, cuando se toman en dosis bajas, pueden ayudar a normalizar la producción de hormonas tiroideas.

Pero solo use suplementos de yodo bajo el cuidado de su médico y asegúrese de que esté siendo controlado para detectar efectos secundarios. Las dosis altas de yodo en realidad pueden agravar los síntomas del trastorno tiroideo.

2. Aumente su ingesta de proteínas

La proteína transporta la hormona tiroidea a todos sus tejidos y, por lo tanto, ayuda a su función tiroidea de manera efectiva.

Incluya en su dieta:

  • Huevos.
  • Nueces.
  • Semillas.
  • Pescado.
  • Legumbres.

Evite la soya y productos de soya como el tofu, la leche de soya y los gránulos de soya, ya que la soya impide los receptores celulares y altera la función tiroidea completa.

3. Evitar goitrógenos

Los goitrógenos son sustancias químicas que interfieren con la absorción de yodo del cuerpo.

Por lo tanto, evite los alimentos como el brócoli , la col, la coliflor, los nabos, el maní, los rábanos, la soja, la espinaca y la col rizada , especialmente en su forma cruda. Sin embargo, puedes comerlos después de cocinarlos, ya que allí se inactivan los compuestos goitrogénicos.

El 20% de la función tiroidea depende de una buena ecología intestinal. Entonces, tome probióticos o tome dahi casero o yogur regularmente. También debes comer mucho ajo, que mata la levadura.

4. Consuma grasas

Es posible que se sorprenda al saber que las grasas son de gran importancia nutricional para ayudar a producir y regular las hormonas.

Si está obteniendo una cantidad insuficiente de grasa y colesterol, podría estar exacerbando el desequilibrio hormonal.

Las grasas naturales saludables incluyen ghee, nueces, queso de grasa, mantequilla, aceite de coco / leche, semillas de lino , semillas de chai y pescado graso como el salmón. Así que hazlos parte de tu dieta.

5. Controla el consumo de azúcar

Los estudios han demostrado que los picos repetidos de insulina tienden a destruir la glándula tiroides. Los picos de azúcar hacen que nuestras glándulas suprarrenales secreten un exceso de cortisol.

El problema es que, si el cortisol se usa en exceso (por comer azúcar diariamente), suprime la función hipofisaria, que a su vez afecta la función de la tiroides.

6. Coma alimentos ricos en selenio, zinc y vitaminas B

Para mejorar los síntomas de la enfermedad de la tiroides, asegúrese de ingerir suficiente selenio, zinc y vitaminas B en su dieta. Estos nutrientes son necesarios para la función adecuada de la tiroides y ayudarán a equilibrar sus niveles de hormona tiroidea.

¿Sabías que la tiroides es el órgano con mayor contenido de selenio? El mineral es necesario para la conversión de hormonas T4 y T3.

Algunos de los mejores alimentos de selenio que se pueden agregar a su dieta para mejorar la función tiroidea incluyen:

  • Las nueces de Brasil.
  • Las semillas de girasol.
  • Los frijoles pintos.
  • El halibut.
  • La carne de res alimentada con pasto.
  • El salmón silvestre.
  • La avena orgánica.

Los alimentos ricos en zinc y vitaminas B (especialmente la vitamina B12) también son importantes para la salud de la tiroides.

Esto incluye:

  • Cordero.
  • Carne de res alimentada con pasto.
  • Anacardos.
  • Espinacas.
  • Pollo.
  • Huevos.
  • Champiñones.
  • Garbanzos.
  • Espárragos.

7. Prueba la Ashwagandha

La Ashwagandha, una hierba adaptógena y medicina tradicional en Ayurveda, se usa a menudo para disfunciones tiroideas.

Un ensayo doble ciego, aleatorizado y controlado con placebo, publicado en el Journal of Alternative and Complementary Medicine evaluó la eficacia del extracto de raíz de ashwagandha en pacientes con hipotiroidismo.

Cuando los pacientes tomaron 600 miligramos de extracto de ashwagandha diariamente durante ocho semanas, sus niveles de T4 mejoraron significativamente en comparación con el placebo.

Otras hierbas adaptógenas que pueden usarse para mejorar los síntomas de la enfermedad de la tiroides, especialmente el hipotiroidismo, incluyen:

  • La albahaca sagrada.
  • El ginseng.
  • La raíz de regaliz.

8. Reducir los niveles de estrés

Las investigaciones demuestran que tanto el estrés físico como el mental pueden causar cambios en sus niveles de hormona tiroidea.

Para evitar que las glándulas endocrinas se sobrecarguen, lo que puede causar daño al cuerpo al suprimir la función inmunológica y alterar la función de las glándulas suprarrenales y tiroides, es importante controlar los niveles de estrés y descansar lo suficiente.

Puede hacer esto tratando los calmantes naturales para el estrés , como hacer ejercicio, dormir de 7 a 9 horas por noche, dedicar tiempo a su día para hacer algo divertido y relajante, y unirse a una comunidad de fe o un grupo de apoyo.

9. Reducir las exposiciones tóxicas

La exposición a toxinas químicas puede causar reacciones inflamatorias que dificultan la función adecuada de la tiroides.

Se deben evitar ciertos medicamentos, píldoras anticonceptivas hormonales y productos de belleza o de limpieza comerciales cuando sea posible.

También vale la pena mencionar que los metales pesados como el mercurio y los empastes de amalgama pueden alterar el equilibrio hormonal, por lo que puede ser útil ver a un dentista holístico y eliminar los empastes de plata.

Dieta para la tiroides: los picos de azúcar hacen que nuestras glándulas suprarrenales secreten un exceso de cortisol.

Aparte de estos, evite todas las formas de alimentos procesados, edulcorantes artificiales, alimentos encapsulados con BPA y aditivos químicos que interfieran con la función tiroidea.

Concéntrese en los alimentos integrales y la nutrición, y realice modificaciones sencillas en el estilo de vida de la tiroides que pueden ayudar a esta glándula.