Es una afección inflamatoria que afecta a las articulaciones sacroilíacas, situadas en el área en la cual se conectan la pelvis y la parte inferior de la columna vertebral.
La sacroileitis causa dolor en los gluteos o la zona lumbar, pudiendo extenderse hacia abajo por una o por ambas piernas.
Causas
Las causas de una inflamación de la articulación sacroilíaca se debe a varios factores:
Lesión traumática: La sacroileítis puede ser causada por un impacto repentino, golpes o traumas directos a la articulación como una caída, el levantamiento de pesas o un accidente.
Esto genera una inflamación de los tejidos de la articulación, provocando enrojecimiento en el área de la articulación, aumento de la temperatura y pérdida de la función.
Artritis: Una dolencia como la artritis de desgaste y desgarro, denominada osteoartritis, puede presentarse en las articulaciones sacroilíacas, puede producir la sacroileítis.
La espondilitis anquilosante, que es un tipo de artritis inflamatoria que actúa a nivel de la columna vertebral, puede también ocasionar la sacroileítis.
Estas distintas enfermedades degenerativas, que han progresado con el paso de los años, pueden afectar al hueso sacro y producir un desgaste en la articulación.
El embarazo: Estas articulaciones tienen como función principal provocar un estiramiento para que la pelvis pueda permitir el nacimiento del bebe durante un parto y es un hecho la ganancia de peso durante la gestación.
El peso extra del bebé sobre la cadera, son factores que pueden producir un estrés adicional en estas articulaciones y ocasionará un anormal desgaste en la articulación sacroilíaca la cual cede y se inflama, degenerando en una sacroileítis.
Infección: Esta es una causa no común en la aparición de la afección. Se han reportado casos específicos de infección de la articulación sacroilíaca por brucelosis.
Esta enfermedad puede dar origen a focalizaciones en las articulaciones y la espondilodiscitis de la columna lumbar acompañada de sacroileitis
Ejercicios de impacto: Actividades como trotar, correr, estar de pie por largos períodos de tiempo, subir escaleras excesivamente, colocar más peso en una pierna que en la otra, puede agravar esta condición.
Síntomas
La sacroileitis se manifiesta con una variedad de síntomas que se superponen con otras afecciones de la columna vertebral.
Se manifiesta como:
- La presencia de un dolor y rigidez en la parte inferior de la espalda, las nalgas, los muslos e inclusive en los pies. Este dolor afecta a las caderas y a los hombros.
- Puede producir diarrea sanguinolenta.
- Inflamación en los ojos.
- Presencia de fiebre baja.
- Depresión e insomnio por la presencia de dolor crónico.
- Presencia de dolor al tacto, produciendo dolor con solo aplicar presión a la zona afectada.
- Sensación de calor justo en la zona pélvica que a veces puede tornarse una sensación más aguda como una quemazón.
- Se puede producir una pérdida de peso.
- Dificultad de hacer algunos movimientos como elongar las piernas para realizar pasos excesivamente, agacharse o cualquier otro movimiento que requiera del trabajo de las articulaciones sacroilíacas.
Diagnóstico
La sacroileitis presenta dificultades para su diagnóstico, ya que sus síntomas puede confundirse con otros síntomas de dolor lumbar.
Por ser confuso ante la relación de sus síntomas con un grupo de enfermedades que causan artritis inflamatoria de la columna vertebral.
Un diagnóstico correcto es clave, por lo que es usual que se realice la historia clínica, no solo en función del dolor localizado que experimenta el paciente, sino por los resultados obtenidos de los rayos X.
La exploración por imágenes de la resonancia magnética o tomografía computarizada de las articulaciones sacroilíacas.
Así como también por los resultados de los cultivos del líquido de la articulación sacroilíaca o del hemocultivo si se presume que la infección sea la causa.
La interacción de estos métodos permite confirmar un diagnóstico de sacroileitis, para la adopción de un correcto tratamiento.
Tratamiento
La condición del tratamiento se realizará en función de la causa subyacente y los síntomas que presente el paciente.
La prescripción de los medicamentos puede incluir:
- Analgésicos.
- Relajantes musculares.
- Antirreumáticos.
- Antiinflamatorios no esteroideos.
- Corticosteroides.
- Inhibidores del factor de necrosis tumoral, tales como adalimumab (Humira), infliximab (Remicade) y etanercept (Enbrel), en el caso de estar asociada con la espondilitis anquilosante.
El tratamiento puede incluir la terapia física para reducir el dolor y la rigidez, a base de estiramientos, masajes relajantes de la musculatura y estimulación eléctrica.
En caso de que estas opciones no alivien el dolor, puede acudirse a una cirugía de fusión articular de los dos huesos, que se fusionan con herrajes de metal previniendo el dolor y logrando estabilidad.