Es una práctica médica utilizada para el diagnóstico y tratamiento de afecciones pleurales.
En particular, la toracentesis se reserva para patologías como el neumotórax hipertensivo y el derrame pleural, en los que hay, respectivamente, la acumulación de aire y líquido dentro de la cavidad pleural y en ocasiones, para llevar a cabo la pleurodesis.
La toracentesis es un procedimiento invasivo, practicado bajo anestesia local: el especialista, después de introducir una aguja o una cánula directamente en el tórax del paciente, inhala el líquido o el aire acumulado en exceso.
Normalmente se realizan radiografías del tórax después de que se practica una toracentesis con la finalidad de descartar la presencia de un neumotórax.
Beneficios
Esta práctica permite cuantificar la magnitud del líquido que se ha extraído, así como visualizar los campos pulmonares que antes eran difíciles de observar por el líquido presente en los pulmones.
Existe evidencia que sugiere que las radiografías de tórax no son necesarias en pacientes asintomáticos.
La aparición de la tos es abundante a medida que se van reexpandiendo los pulmones y esto no significa necesariamente la aparición de un neumotórax.
Cuando existe inflamación en el proceso pleural, puede haber dolor y un sonido pleural audible cuando el líquido se va eliminando, debido a la proximidad de las pleuras inflamadas (visceral y parietal).
Cuando se extraen volúmenes importantes de líquido de este espacio pleural, debe liberarse de modo periódico el líquido del émbolo de la jeringa durante la aspiración.
Ya que si el líquido de la jeringa vuelve nuevamente al espacio pleural cuando se ha disminuido la presión negativa puede ser excesivamente negativa y restringirse la reexpansión pulmonar debido a las adherencias o a otro factor en al pulmón.
Procedimiento
El procedimiento de la toracentesis puede ejecutarse de modo seguro en un contexto ambulatorio.
Por medio de la percusión torácica y las por técnicas de imagen, puede verificarse la presencia y la localización del líquido pleural.
En caso de que las radiografías de tórax sean dudosas o si los intentos previos de toracentesis no resultaron exitosos o el líquido está tabicado, la ecografía o la tomografía computarizada pueden ser útiles.
Durante la toracentesis el uso de la ecografía aumenta los índices de éxito y disminuye las complicaciones.
Se recomienda informar al médico si el paciente es alérgico a ciertos medicamentos, tales como la lidocaína, los fármacos antiinflamatorios no esteroides entre otros.
Así como medicamentos que pueden alterar la coagulación de la sangre, tales como el Coumadin, el Sintrom y la aspirina.
La toracentesis es más fácil de realizar y también es más segura si el paciente se encuentra sentado y ligeramente inclinado hacia adelante o en una posición erguida.
También se puede realizar la toracentesis con el paciente en posición supina como en el caso de un paciente ventilado, al realizarlo apoyado en una ecografía o una tomografía computarizada.
Este procedimiento sólo requiere de una monitorización como oximetría de pulso y un electrocardiograma en aquellos casos de pacientes que presentan elevados riesgos de descompensación o en pacientes inestables.
Se inyecta lidocaína con una concentración del 1 al 2% con una aguja calibre 25 para anestesiar la piel.
Teniendo mucho cuidado de realizarlo en condiciones estériles.
Después se introduce, en el borde superior de la costilla, este es un espacio intercostal ubicado por debajo del nivel líquido de la línea escapular media.
El calibre de esta aguja oscila entre 20 o 22 acompañada de anestesia, Se realiza una aspiración periódica, para evitar que involuntariamente esta se inserte en un vaso sanguíneo, la inyección intravascular y la anestesia se introducen en niveles más profundos.
La máxima infiltración la debe recibir la pleura parietal, que es el nivel más doloroso después de la piel.
Seguidamente se introduce la aguja más allá de la pleura parietal hasta llegar al líquido pleural, en este momento, debe inspeccionarse la profundidad en la que se introdujo la aguja.
Seguidamente se introduce un catéter con aguja para toracentesis de calibre 16 a 19 a una llave de 3 vías, este a su vez se conecta a una jeringa de 30 a 50 mililitros y la tubería va a drenar en un depósito.
Luego se introduce el catéter a través de la aguja y para disminuir el riesgo de neumotórax, se retira la aguja.
Ahora el líquido pleural es aspirado con un giro de la llave de 3 vías, y recolectado en tubos o bolsas para realizar una evaluación posterior.
Usualmente el líquido que se elimina, se realiza por etapas que no excedan de un volumen de 1,5 litros por día, ya que existe el riesgo de que pueda producirse hipotensión y un edema pulmonar si se extraen más de 1,5 litros de líquido de una vez.
Pero hay poca evidencia de que un edema pulmonar por reexpansión esté relacionado con el volumen de líquido pleural extraído, por lo que profesionales muy experimentados drenan en un solo procedimiento los derrames.
Cuando se drenan grandes volúmenes de líquido, debe vigilarse la presión arterial continuamente y suspenderse la toracentesis si el paciente presenta dolor en el pecho o, cuando la presión pleural caiga en niveles por debajo de 20 cm H2O.
Contraindicaciones
Las contraindicaciones para la realización de una toracentesis son:
- Insuficiencia cardíaca congestiva con derrame bilateral.
- Trastornos de la coagulación.
- Enfisema pulmonar.
- Insuficiencia cardiopulmonar severa.
- Adherencia pleural establecida.
- Infecciones de la pared torácica en el sitio de la inyección.
- Ruptura del diafragma.
Las contraindicaciones relativas son:
- Ubicación incierta del líquido en la exploración.
- Cuando el volumen del líquido en los pulmones es minimo.
- La pared torácica esta alterada en su anatomía.
- Enfermedades pulmonares graves que pudieran provocar complicaciones mortales.
- Diátesis hemorrágicas o coagulopatía.
- Tos incontrolable.
Riesgos
Las complicaciones son:
- Que se produzca un neumotórax.
- Que la punción pulmonar provoque una hemoptisis.
- Edema pulmonar por reexpansión o hipotensión (infrecuente, y probablemente no relacionada con el volumen de líquido extraído).
- Daño de los vasos intercostales que puede producir un Hemotórax.
- Punción en el bazo o en el hígado.
- Síncope Neurocardiogénico.
En algunas situaciones clínicas particularmente graves, como el hemotórax, el neumotórax hipertensivo y el derrame pleural de gran tamaño, el paciente corre el riesgo de una alteración cardiopulmonar grave.
En tales circunstancias, cuando la acumulación de aire o fluido tiene un fuerte impacto en la función del corazón y los pulmones, es aconsejable someter al paciente a una toracotomía (drenaje abierto de la cavidad pleural).