
Tratar la ansiedad, adicciones, depresión y otros comportamientos alterando la conducta.
La psicoterapia, se usa para mejorar los pensamientos, sentimientos y conductas disfuncionales. Tiene como objetivo impartir estrategias de autoayuda que pueden mejorar la calidad de vida del paciente.
La terapia cognitiva conductual se puede utilizar para alterar las tendencias de creencias o pensamientos, como las que desencadenan la ansiedad. Algunas personas tienen pensamientos automáticos negativos, y esta terapia puede ayudar al cliente a desafiar y superarlos.
La reestructuración cognitiva puede lograr que la persona replantee sus pensamientos negativos en una perspectiva más positiva.
La terapia cognitiva conductual implica:
- Evaluación (por ejemplo, encuestas).
- Educación (por ejemplo, mayor conocimiento sobre los problemas específicos del paciente para ayudarlos a desafiar y superar sentimientos y pensamientos irracionales o «infundados»).
- Establecimiento de objetivos (por ejemplo, el cliente elige un objetivo en el que desea enfocarse entre sesiones y crea un plan con el terapeuta para avanzar hacia el objetivo).
- Juego de roles y práctica de habilidades.
- Tarea o planes de acción.
- Por lo general la cantidad de sesiones puede variar entre seis y diez.
- Las sesiones pueden ser programas cara a cara o vía Internet.
Otro ejemplo de una estrategia de terapia cognitiva conductual puede incluir pedirle a una persona que ofrezca evidencia que respalde sus pensamientos, con el propósito de ayudar al paciente a comprender cuándo tienen una creencia falsa o irracional.
Evidentemente, la persona puede tener la oportunidad de desafiar o replantear esta percepción.
La terapia cognitiva conductual es una gran herramienta para el tratamiento de las siguientes condiciones psicológicas:
- Ansiedad.
- Depresión.
- Fobia social.
- Trastorno obsesivo compulsivo (TOC).
- Trastorno de estrés postraumático (TEPT).
- Baja autoestima.
- Problemas de ira.
- Hipocondría.
- Mal uso de sustancias como el alcohol.
- Problemas de juego.
- Trastornos de la alimentación.
- Insomnio.
- Problemas maritales y de relación.
La terapia cognitiva conductual es efectiva para niños y adolescentes con trastornos de ansiedad, pero no hay suficiente evidencia para concluir si la TCC tiene más éxito que los controles activos, tratamiento habitual o medicamentos durante el seguimiento.
Curiosamente, un estudio encontró que la terapia cognitiva conductual puede mejorar la calidad de vida, el control del asma y los niveles de ansiedad en comparación con la atención habitual en adultos con asma persistente.
Se observó que el cuidado habitual y el enfoque de la terapia cognitiva conductual de los estudios era diverso y podría exigir una mayor investigación en el futuro.
Además, se informó que actualmente no hay ninguna evidencia para usar la terapia cognitiva conductual para tratar el asma en adolescentes. Por lo tanto, esta es también un área que requiere una investigación futura.
¿Cuándo la terapia cognitiva conductual no es la mejor opción?
- Si el cliente tiene una condición (por ejemplo, lesión cerebral) que impide el pensamiento racional.
- Si el cliente no participa activamente en el tratamiento (por ejemplo, no hace su tarea).
- Si el cliente no le gusta o no confía en el terapeuta (puede ser mejor ver a un terapeuta diferente).
- Si la personas simplemente busca “soluciones rápidas”.
Puede haber otras razones por las cuales la terapia cognitiva conductual puede no ser apropiada para el individuo, y esto puede necesitar ser discutido por el paciente con el terapeuta y/o profesional.
Weston, Hodgekins y Langdon (2016) destacan en su revisión sistemática y meta análisis que se necesitan más «ensayos definitivos» para evaluar si la terapia cognitiva conductual es un tratamiento válido para las personas que tienen trastornos del espectro autista.
De manera similar, la revisión sistemática de Michail, Birchwood y Tait (2017) concluye que no hay suficiente evidencia «robusta» para evaluar la efectividad de la terapia cognitiva conductual para tratar la ansiedad social en personas que tienen psicosis.
Harris (2015) encontró en su revisión sistemática que había evidencia «mixta» para apoyar el uso de terapia cognitiva conductual para controlar dolores de cabeza y migrañas en adultos.
Por su parte Huguet (2016) concluye que no hay suficientes aplicaciones apropiadas de terapia cognitiva conductual “desde un punto de vista clínico y legal”. Por lo tanto, es necesario mejorar las pruebas, la accesibilidad y el desarrollo de aplicaciones para pacientes con depresión, por ejemplo, implementando un conocimiento científico, tecnológico y legal de alta calidad.
La revisión de Monticone (2015) sugirió que los clientes con dolor subagudo de cuello tenían un alivio significativo del dolor en el seguimiento a corto plazo de la terapia cognitiva conductual. Sin embargo, Monticone (2015) también expreso que se necesita más investigación para comprender los riesgos y beneficios a largo plazo de la terapia cognitiva conductual.
Según (Better Health Channel 2016) la terapia cognitiva conductual es ampliamente reportada como “tan efectiva como la medicación para tratar la depresión y la ansiedad”.
Una revisión de Hofmann (2012) concluye que existe una fuerte evidencia para apoyar el uso de la terapia cognitiva conductual, particularmente para «trastornos de ansiedad, trastornos somatoformes, bulimia, problemas de control de ira y estrés general».