Es un aumento de la presión arterial sin daño de los organos blanco.
Los términos utilizados anteriormente en las crisis hipertensivas, tales como hipertensión acelerada e hipertensión maligna, han sido remplazados en la actualidad por emergencia hipertensiva y urgencia hipertensiva.
Estas se diferencian entre sí por la ocurrencia o no de daños a los órganos comúnmente blanco.
Una presión arterial con valores por encima de 180 mm Hg sistólica y / o 120 mm Hg diastólica generalmente es considerada como una hipertensión severa.
Esta designación incluye tanto en la urgencia hipertensiva como en la emergencia hipertensiva.
La urgencia hipertensiva es aquella donde la elevación de la tensión arterial no está acompañada por lesiones a los órganos blanco de esta enfermedad.
Estas elevaciones no causan la muerte de forma inmediata, por lo que es posible llevar estos niveles de tensión arterial de forma gradual (24 a 48 horas) a niveles normales.
Se presentan también unas falsas urgencias hipertensivas, estas elevaciones de la presión arterial, se caracterizan por presentar una elevación brusca de la presión arterial diastólica por encima de 120 mmHg.
Se presenta una sintomatología leve o en muchos casos es asintomática y no producen daños en los órganos, son provocadas por síndromes dolorosos, situaciones de ansiedad, o procesos de cualquier otra naturaleza.
Esta presión arterial se normaliza cuando acaba el estímulo desencadenante y no requiere de tratamiento hipotensor específico.
Causas
Causas externas de crisis hipertensiva:
- Estrés y emociones fuertes.
- Uso de hormonas.
- Intensa actividad física.
- Cambios de clima, como calor excesivo.
- Tabaquismo y consumo exagerado de alcohol.
- Consumo de excesivas cantidades de sal.
Entre las causas externas:
- Cambios hormonales durante la menopausia.
- Problemas con la excreción de orina.
- Complicaciones de la enfermedad isquémica del corazón.
- Suministro deficiente de sangre a los riñones.
- Síndrome de apnea-hipopnea.
Síntomas
El principal síntoma es la presión arterial extremadamente alta, se presenta una presión arterial máxima o presión sistólica de 180 mm Hg o más y/o una presión arterial mínima o presión diastólica de 120 mm Hg o más.
Diagnóstico
Antes de plantear el tratamiento, el punto clave es establecer el diagnóstico diferencial, discriminando si se trata de una verdadera crisis o emergencia hipertensiva, apoyado en exámenes físicos y exámenes complementarios.
La evaluación del paciente con elevación de la presión arterial, está orientada a descartar la existencia de la lesión en un órgano blanco, para poder diferenciar las emergencias de las urgencias hipertensivas.
Tratamiento
En una urgencia hipertensiva, el tratamiento va a depender, de las enfermedades que estén asociadas y de dos situaciones:
- En el caso de pacientes que no tenían diagnosticada la enfermedad y no reciben habitualmente fármacos antihipertensivo. Se debe iniciar el tratamiento con cualquier fármaco disponible.
- En el caso de pacientes con padecimientos crónicos de la enfermedad y que recibían tratamiento antihipertensivo. Se comprobará que las dosis y los intervalos de dosificación sean los correctos, se realizará un ajuste del tratamiento o se asociará otro fármaco de acción sinérgica.
Una vez que se ha establecido que se está en presencia de una urgencia hipertensiva, al descartar el daño en los órganos blanco.
El objetivo principal será disminuir gradualmente la presión arterial, tal y como lo establecen las pautas de urgencia hipertensiva.
Estas recomendaciones incluyen tratamiento antihipertensivo orales, pero de acción rápida como labetalol, clonidina o captopril para una disminución gradual de la presión en un lapso de 24 a 48 horas.
Entonces se realiza la prescripción de reposo, medicamentos antihipertensivos de acción prolongada por vía oral y control de todos los factores desencadenantes endógenos y exógenos.
En pacientes sin antecedentes de hipertensión, debe iniciarse un tratamiento antihipertensivo via oral con un monitoreo de la presión arterial para realizar los ajustes de tratamiento.
Las crisis hipertensivas generalmente se controlan con un solo fármaco y debería cumplir con los siguientes requisitos:
- Poseer un efecto antihipertensivo rápido y sostenido.
- No disminuir flujo sanguíneo a nivel cerebral ni coronario.
- Fácil dosificación y administración.
- Mínimos efectos secundarios.
Recomendaciones
Se debe programar el seguimiento de la crisis, mediante monitoreo de la presión arterial, con posibilidades de cambio de tratamiento, recomendaciones al paciente relativas a la adherencia al tratamiento, pérdida de peso, ejercicios, consumo de alimentos libres de grasas y con poca sal.
Elementos claves para prevenir recurrencias y optimizar el cumplimiento general del tratamiento.
Parámetros de seguimiento
- Confirmar que el paciente está estable, mejora y no presenta síntomas.
- Al paciente debe realizársele un seguimiento que involucre evaluación de signos.
- Evaluación de la adherencia al tratamiento.
La urgencia hipertensiva es un riesgo potencial, que todavía no ha causado daño a los órganos blancos, a la cual se le debe realizar un seguimiento especial, con el fin de no provocar daños irreversibles en el organismo.