Son términos comunes para definir los episodios que causan miedo por la noche y gran temor al dormir, especialmente en los niños.
Son diferentes de las pesadillas. Pueden ser angustiosos para la persona que los tiene y para su familia.
Mientras que la gente habla de «terrores nocturnos», esto no es, de hecho, una condición diagnosticable, de acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de la quinta edición (DSM-V).
Contiene elementos de las condiciones conocidas como trastorno de pesadilla, trastorno de la conducta del sueño REM y trastorno del sueño sin movimiento rápido del ojo (NREM).
Aunque los episodios nocturnos pueden ser terroríficos, los terrores nocturnos normalmente no son un signo de algo más serio. Tienden a terminar tan abruptamente como comienzan.
Durante los terrores nocturnos, una persona puede mirar con los ojos abiertos de miedo, a pesar de que están dormidos. La persona puede agitar sus extremidades y gritar.
Los terrores nocturnos son más comunes en los niños, pero los adultos también pueden sufrir de ellos. Un ataque normal típicamente dura entre 30 segundos y 3 minutos, pero puede ser sustancialmente más largo.
Los terrores nocturnos son desagradables, pero generalmente no son motivo de preocupación médica.
Se estima que afectan al 40 por ciento de los niños y a un número menor de adultos.
Síntomas de los terrores nocturnos
Los terrores nocturnos difieren de las pesadillas. En una pesadilla, el soñador puede despertarse, pero durante los terrores nocturnos generalmente se quedan dormidos.
Esta diferencia se debe probablemente a la fase de sueño en la que ocurren los terrores nocturnos.
Las pesadillas tienden a ocurrir durante el sueño de movimiento ocular rápido (REM), hacia el final de la noche de sueño.
Por el contrario, los terrores nocturnos ocurren durante el primer tercio de la noche durante el sueño profundo, también conocido como sueño de onda lenta o sueño no REM.
Los signos de un episodio de terror nocturno pueden incluir:
- Gritos.
- Sentarse en la cama o sonámbulo.
- Patear y golpear las extremidades.
- Respiración pesada, pulso acelerado y sudoración profusa.
- Pupilas dilatadas y tono muscular aumentado.
- Dificultad para despertar.
- Confusión en la vigilia.
- Mirar con los ojos muy abiertos, como si estuviera despierto, pero no se responde los estímulos.
- Comportamiento agresivo (especialmente en adultos).
- Olvido del evento.
Si la persona recuerda el sueño, probablemente involucre algo muy aterrador para ellos.
Causas de los terrores nocturnos
Varios factores pueden contribuir a los terrores nocturnos.
Éstas incluyen:
- Fiebre, especialmente en niños.
- Estrés.
- La privación del sueño.
- Luz o ruido.
- Vejiga llena.
- Pasar la noche en algún lugar desconocido.
- Posiblemente, factores genéticos.
- Dolores de cabeza por migraña.
- Estrés físico o emocional.
- Uso o abuso de algunos medicamentos o alcohol.
En 2014, un estudio de casi 7.000 niños de entre 8 y 10 años, con un seguimiento alrededor de los 13 años, mostró que aquellos que fueron intimidados tenían más del doble de probabilidades de experimentar terrores nocturnos.
Además, los terrores nocturnos a menudo se asocian con otras afecciones subyacentes, como problemas respiratorios mientras duerme, por ejemplo:
- Apnea.
- Migrañas.
- Lesiones en la cabeza.
- Síndrome de piernas inquietas.
- Ciertos medicamentos.
Un estudio que evaluó a 661 personas con enfermedad de Parkinson, con edades entre 43 y 89 años, informó que el 3,9 por ciento tenía terrores nocturnos. Además, el 17.2 por ciento tuvo pesadillas y el 1.8 por ciento experimentó el sonambulismo.
Los siguientes factores también pueden desempeñar un papel.
Sonambulismo
Los terrores nocturnos y el sonambulismo parecen estar asociados. Ambos ocurren durante el sueño de onda lenta, las etapas más profundas del sueño, que ocurren en la primera parte de la noche.
Algunos investigadores creen que las personas que experimentan el sonambulismo o los terrores nocturnos pueden tener dificultades para mantener el sueño de onda lenta. Esto los hace susceptibles a los despertares rápidos, y aumenta las posibilidades de parasomnias.
Disfunción talámica
Las lesiones cerebrales son una causa poco probable de los terrores nocturnos. En algunos casos, sin embargo, el daño o la disfunción del tálamo se ha relacionado con este fenómeno.
En un estudio, una mujer comenzó a tener terrores nocturnos regulares a la edad de 48 años.
Ella se sometió a observación en un laboratorio de sueño para investigar la causa. Las pruebas mostraron una señal aumentada proveniente del tálamo. Esto pareció causar los micro-despertares que sugieren terrores nocturnos.
Se cree que el tálamo juega un papel clave en el mantenimiento de los ciclos de sueño y vigilia. También actúa para amortiguar las señales que normalmente llegan de los sentidos, incluidos los oídos, mientras dormimos.
La mayor parte de la información que nuestro cerebro recibe del mundo exterior pasa a través del tálamo antes de que se envíe a las partes del cerebro que nos permiten ver u oír, por ejemplo.
Cuando dormimos, el tálamo está menos inclinado a enviar esta información al resto del cerebro.
Como resultado, cuando dormimos, somos menos conscientes de los estímulos táctiles y los sonidos que nos rodean.
Factores genéticos
Las personas que tienen terrores nocturnos o que duermen a menudo tienen un familiar que también hace esto.
En 1980, un pequeño estudio descubrió que el 80 por ciento de los sonámbulos y el 96 por ciento de las personas que tienen terrores nocturnos tienen al menos otro familiar cercano que tiene una o ambas afecciones.
Otra investigación que se centró en gemelos idénticos y no idénticos apoyó este hallazgo.
Los investigadores encontraron que una persona es significativamente más propensa a experimentar terrores nocturnos si su gemelo idéntico lo hace. En gemelos no idénticos, la posibilidad de que esto ocurra es menor.
Un estudio a largo plazo de 1.940 niños, publicado en 2015, encontró que aquellos cuyos padres habían caminado en su sueño eran más propensos a tener terrores nocturnos y que estos terrores nocturnos eran más propensos a persistir durante más tiempo.
La edad máxima para los terrores nocturnos en la infancia fue de 18 meses. A esta edad, los padres informaron que el 34.4 por ciento de los niños tenían terrores nocturnos. Hasta un tercio de los niños que experimentaron terrores nocturnos desarrollan hábitos de sonambulismo más adelante en la infancia.
Pruebas y diagnóstico
Un médico le preguntará a un paciente y, si corresponde, a los miembros de su familia sobre cualquier señal de pesadillas. También pueden realizar pruebas para buscar otros posibles factores, que pueden ser físicos o psicológicos.
Se puede recomendar un estudio del sueño.
Estudios del sueño
Un estudio del sueño, o polisomnografía, consiste en pasar la noche en un laboratorio del sueño y tomar varias medidas mientras duerme.
Las ondas cerebrales, los niveles de oxígeno en la sangre, la frecuencia cardíaca, la respiración y los movimientos de los ojos y las piernas se miden durante toda la noche y se filma al paciente.
El médico revisará la grabación y evaluará los diferentes aspectos del comportamiento del sueño del individuo.
La película puede revelar una respiración irregular, que posiblemente sugiere apnea, u otras razones para un sueño alterado, como el síndrome de piernas inquietas.
Tratamiento de los terrores nocturnos
La medicación no suele ser necesaria para los terrores nocturnos.
Aunque los terrores nocturnos parecen angustiosos para los niños, es poco probable que ocurra un daño permanente y generalmente pasan sin intervención.
Sostener la mano del niño y hablar con calma puede ayudar a acortar un episodio.
El tratamiento normalmente es necesario solo si los episodios tienen un efecto negativo significativo en la seguridad de la persona o su familia, o si el problema está afectando su capacidad para funcionar durante el día.
Si el tratamiento es necesario, son posibles tres tipos de intervención:
- Tratamiento de una afección subyacente: podría ser apnea del sueño o un problema de salud mental.
- Mejora de las condiciones para dormir: si la falta de sueño es un factor, cambiar los hábitos de sueño o el entorno de sueño.
- Medicamentos: rara vez se usan medicamentos, pero las benzodiazepinas y los inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS) pueden ayudar en algunos casos.
Remedios caseros y soluciones simples
Varias intervenciones simples pueden ayudar a aliviar los terrores nocturnos.
- Ambiente seguro para dormir: cierre todas las puertas y ventanas por la noche.
- Elimine los riesgos de tropiezos y elimine objetos frágiles y peligrosos.
- Estrés: identifique cualquier fuente de estrés y formas de aliviarlos. Si un niño experimenta terrores nocturnos, pídales que le cuenten algo que los moleste y háblelo.
- Logre más horas de sueño: la privación del sueño puede ser un factor, entonces trate de acostarse más temprano o de una siesta por la tarde. Tener una rutina de relajación antes de acostarse también puede ayudar, por ejemplo, a tomar un baño tibio o leer la luz antes de dormir.
- Evite el tiempo de pantalla por al menos una hora antes de acostarse.
- Busque patrones: mantenga un diario de sueño y observe con qué frecuencia ocurren los terrores y a qué hora comienzan.
Si los terrores nocturnos son molestos, y ocurren a una hora regular, una sugerencia es despertar a su hijo 15 minutos antes de que ocurra, mantenerlos despiertos durante 5 minutos y luego dejarlos volver a dormir.
Terrores nocturnos en adultos
Los terrores nocturnos son más comunes en los niños, pero también pueden afectar a los adultos. Un adulto puede tener terrores nocturnos en cualquier momento durante el ciclo de sueño, y es más probable que recuerden el sueño que los niños.
Los adultos son más propensos a tener terrores nocturnos si tienen un historial de:
- Desorden bipolar.
- Depresión.
- Ansiedad.
A veces, los terrores nocturnos pueden provocar lesiones a la persona u otras personas, especialmente si se tambalean o se vuelven sonámbulos también. Es más probable que un adulto muestre un comportamiento agresivo que un niño durante los terrores nocturnos.
Los adultos también pueden avergonzarse de su comportamiento durante el sueño, y esto puede afectar las relaciones.
Cualquiera que esté preocupado por los terrores nocturnos podría considerar visitar a un especialista en sueño.